sábado, 27 de noviembre de 2010

Un poco de historia

Soy el menor de cuatro hermanos varones y con un padre aficionado a hacer tareas manuales, teníamos una casa bastante grande con un “Galponcito” que hacía las veces de taller y muchas herramientas y cosas afines. Actualmente la casa está habitada solamente por mi madre viuda desde hace ya más de 27 años.
Ahora vivo con la familia que formé (mi esposa y dos hijos pequeños) en una casa de más de 150 m2 cubiertos a unas pocas cuadras de la casa materna.
La realidad es que a la casa de mi madre la he convertido en un depósito de cosas, pero para poder tener una mejor dimensión de lo que quiero expresar es que saque todas las fotos que pude para registrar, a través de la lente, la realidad.
Mi madre es una señora muy mayor, tiene actualmente 87 años y vive sola y me siento culpable por estar restándole confort a su casa en sus últimos años de vida.
Pero me parece importante hacer una “puesta en autos” (como diría un abogado) de cómo es la historia familiar.
Mi madre también es una acaparadora, pero a diferencia de lo que me pasa a mi, para ella no es un problema, para ella todo lo que guarda son “recuerdos” y dándole ese carácter tan subjetivo, me quita la posibilidad de cuestionarle el porque guarda esas cosas.
Yo me fui criando viendo a mi madre que no “tiraba nada” según digo habitualmente, pero al ver ahora en programas de televisión a personas con este trastorno en un grado avanzado, lo de ella es una nimiedad:
Por ejemplo, guarda envases de comida vacíos: los lava y los guarda por si los necesita, igual con las bolsas de nylon de los autoservicios, pero llega al punto de que tiene más de los que efectivamente puede usar.
Eso es lo que fui mamando desde chico: guardar las cosas por si se podían necesitar en el futuro
(una visión pesimista del futuro, donde parece que las cosas nos van a ir peor que ahora y por eso guardamos para cuando no tengamos) o porque tirarlas es un desperdicio (si una hoja está escrita de un lado, se puede usar del otro para escribir por ej la lista de compras para hacer a la tarde)
(guardar y usar esas hojas también tienen un costado problemático porque se empiezan a usar para guardar direcciones, teléfonos y otros datos que no están debidamente agendados y terminan transformándose en la “agenda de Minguito”. Esa es la otra cara de la moneda del desorden del acopiador, que cuando necesita algo no lo encuentra!)
La casa es grande y se fue vaciando de personas y se fue llenando de objetos. El primer hecho concreto de “violación del espacio” (uso la palabra violación porque no fue un acto voluntario) que recuerdo tuvo como protagonista a mi hermano mayor al que le regalaron un juego de comedor, pero como no le entraba en su casa y le gustaba y fantaseaba con tener una casa más grande donde si le pudiera caber, lo trajo a la casa en donde sólo vivíamos mi mamá y yo adolescente y pese a las objeciones y reparos que ella puso, la termino convenciendo de recibir esos muebles “por un tiempo” y ya pasaron más de 20 años. Obviamente mi madre se apropió de ellos dándoles uso y llenándolos de cosas.
Recuerdo que yo no quería recibir esos muebles, porque no los necesitábamos, porque implicaba correr de lugar los que ya teníamos y que a mi me gustaban, más que nada porque estaba acostumbrados a ellos. También recuerdo a mi madre decir con expresión de tristeza: “si mi marido viviera, él no lo habría permitido”. Así es que me formé una idea de mi hermano como un abusador, de hecho siempre que no tiene lugar en su casa para guardar algo, termina llevándola a la casa materna, como lo hizo hace menos de un año, con un escritorio, un sillón y una estantería. Y también construí la imagen de mi madre como alguien que acepta todo lo que sus hijos le puedan imponer, con tal de no contrariarlos y así no temer perder su cariño.
Así que de a poco fui yo también ocupando más espacios (total, si lo hacia otro que ni siquiera vivía en la casa!).

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