miércoles, 24 de noviembre de 2010

Primer entrada

Hace tiempo que me empecé a preocupar por la forma en que acumulo cosas.
Lo hago desde siempre, pero hay una pequeña anécdota que puede ejemplificar la situación:
Cuando tenía alrededor de 11 años y salía a andar en bicicleta (como cualquier otro chico a esa edad), si lo hacía sólo, elegía calles que no estuvieran asfaltadas para mirar en el suelo y juntar las arandelas, tuercas, tornillos y clavos que suelen encontrarse tirados allí y en las bocacalles. Tenía una cajita de cartón atada a la parrilla de la bicicleta en donde guardaba mis hallazgos. Al volver a casa el resultado del paseo lo medía en relación con la cantidad de esas cosas que hubiera juntado. Los autos también pierden unas piezas de plomo que se utilizan para balancear las ruedas, bueno, esas eran especialmente buscadas, con la idea de juntar un número importante y luego fundirlas para hacer plomadas para usar con la caña de pescar. Las guardaba en un jarro de metal con esmaltado amarillo que llegué a llenar hasta la mitad.
Aún lo conservo.
Ahora tengo 44 años.
Y soy conciente de que sufro de un Trastorno de Acumulación Compulsiva (TAC).
No es algo nuevo, como se refleja en la anécdota, tengo recuerdos de comportamiento de Acaparador desde pequeño, pero es desde hace un par de años que creo que se ha convertido en un problema, y a partir de que pude definirlo como tal este se magnificó, porque no pude encontrarle la solución, porque cuando intentó deshacerme de las “cosas que sólo ocupan lugar”, no logro desprenderme de ellas.
(es interesante como defino a esos objetos: “cosas que sólo ocupan lugar” y el uso de la palabra “desprenderme”, como si estuvieran prendidas a mi…)

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