sábado, 27 de noviembre de 2010

Un ejemplo cotidiano

El problema es que, básicamente, guardo cosas que junto de la calle: por ej: hace un par de días junté un marco de madera de un cuadro, bastante grande pero muy simple, lo cargué en mi auto (tengo un 0km) y subrepticiamente lo entré en la casa de mi madre para que ella no me viera, porque no quería ver su expresión resignada y silenciosa de “seguís trayendo cosas a casa” o que me preguntara para que lo quería. (la aclaración a esto amerita una entrada exclusiva)
El marco me parecía interesante para poner un cuadro o algo así, cómo lo que vi en una feria de artesanos.
Cuando vi el marco seguí de largo pero di la vuelta manzana para verlo mejor y evaluar levantarlo o no; ¿que es lo que evaluaba? Si había gente afuera, porque me avergonzaba que me vieran juntado algo de la calle en un 0km y también si al guardarlo no iba a rayar el auto o enganchar el tapizado con unos clavitos que salían del marco. Y finalmente, cuando lo dejé, no estaba seguro de sacar esos clavitos o dejarlos, porque me podían servir…

A partir de este ejemplo me parece interesante poder ahondar en detalles y poder transmitir como funcionan mis procesos mentales:
Primero, siempre que voy manejando estoy prestándole atención a lo que puede haber en las veredas y en la calle (mi abuela decía que cuando uno camina tiene que ir mirando hacia abajo porque “los diamantes no vuelan” jaja).
Me digo a mi mismo: Uhhh mirá eso que tiraron!!! e inmediatamente me imagino si me puede servir para algo. Generalmente lo que me llama la atención son recortes de madera, algún electrodoméstico en desuso, restos metálicos o piezas mecánicas de algún vehículo.
Y después veo la forma de cargarlo, lo cual muchas veces es problemático por varios motivos:
• Si no voy sólo en el auto, casi seguramente no paro, porque me avergüenzo, pero si lo que tiraron me parece suficientemente valioso (por ej, una rueda completa de un auto), paro igual y siempre digo una frase justificadora como: es justo lo que me dijo un amigo que necesita y la junté para regalársela.
• Pero tanto si voy acompañado como si estoy apurado o no voy en auto, si lo que ví me quedó “haciendo ruido” en la cabeza, voy a hacer lo posible para volver a pasar y ver si vale la pena levantarlo o no.
• A veces, por la vergüenza a que me vean levantando cosas, lo hago rápidamente sin estar seguro de si me parece interesante o no y después, si al verlas más en detalle me doy cuenta de que están en peor estado de lo que imaginaba, las tiro nuevamente en la puerta de casa.
• De hecho siempre fantaseo con tener como segundo auto una camioneta para poder usarla para levantar este tipo de cosas o para trasladarlas de un lado a otro.
• Hubo ocasiones en que lo que había en la calle era demasiado grande o estaba muy lejos o cuando volvía a pasar para buscarlo ya alguien se lo había llevado, y recuerdo esos momentos con muchas frustración.
• Una imagen de esa frustración: Recuerdo particularmente que hace más de 15 años tiraron a la puerta de una casa unos accesorios antiguos de una motoneta. Yo estaba sólo a tres cuadras de mi casa y pese a que eran voluminosos los podría haber llevado. Y sabía que eran cosas valiosas porque mucha gente que restaura estas motos los buscan. Pero como había gente en la puerta me avergoncé y no las levanté. Y hasta el día de hoy me arrepiento.

Pero es una vez que levanto estas cosas de la calle que comienza mi problema de Acumulación compulsiva, y es porque me cuesta muchísimo deshacerme de ellas.

Un poco de historia

Soy el menor de cuatro hermanos varones y con un padre aficionado a hacer tareas manuales, teníamos una casa bastante grande con un “Galponcito” que hacía las veces de taller y muchas herramientas y cosas afines. Actualmente la casa está habitada solamente por mi madre viuda desde hace ya más de 27 años.
Ahora vivo con la familia que formé (mi esposa y dos hijos pequeños) en una casa de más de 150 m2 cubiertos a unas pocas cuadras de la casa materna.
La realidad es que a la casa de mi madre la he convertido en un depósito de cosas, pero para poder tener una mejor dimensión de lo que quiero expresar es que saque todas las fotos que pude para registrar, a través de la lente, la realidad.
Mi madre es una señora muy mayor, tiene actualmente 87 años y vive sola y me siento culpable por estar restándole confort a su casa en sus últimos años de vida.
Pero me parece importante hacer una “puesta en autos” (como diría un abogado) de cómo es la historia familiar.
Mi madre también es una acaparadora, pero a diferencia de lo que me pasa a mi, para ella no es un problema, para ella todo lo que guarda son “recuerdos” y dándole ese carácter tan subjetivo, me quita la posibilidad de cuestionarle el porque guarda esas cosas.
Yo me fui criando viendo a mi madre que no “tiraba nada” según digo habitualmente, pero al ver ahora en programas de televisión a personas con este trastorno en un grado avanzado, lo de ella es una nimiedad:
Por ejemplo, guarda envases de comida vacíos: los lava y los guarda por si los necesita, igual con las bolsas de nylon de los autoservicios, pero llega al punto de que tiene más de los que efectivamente puede usar.
Eso es lo que fui mamando desde chico: guardar las cosas por si se podían necesitar en el futuro
(una visión pesimista del futuro, donde parece que las cosas nos van a ir peor que ahora y por eso guardamos para cuando no tengamos) o porque tirarlas es un desperdicio (si una hoja está escrita de un lado, se puede usar del otro para escribir por ej la lista de compras para hacer a la tarde)
(guardar y usar esas hojas también tienen un costado problemático porque se empiezan a usar para guardar direcciones, teléfonos y otros datos que no están debidamente agendados y terminan transformándose en la “agenda de Minguito”. Esa es la otra cara de la moneda del desorden del acopiador, que cuando necesita algo no lo encuentra!)
La casa es grande y se fue vaciando de personas y se fue llenando de objetos. El primer hecho concreto de “violación del espacio” (uso la palabra violación porque no fue un acto voluntario) que recuerdo tuvo como protagonista a mi hermano mayor al que le regalaron un juego de comedor, pero como no le entraba en su casa y le gustaba y fantaseaba con tener una casa más grande donde si le pudiera caber, lo trajo a la casa en donde sólo vivíamos mi mamá y yo adolescente y pese a las objeciones y reparos que ella puso, la termino convenciendo de recibir esos muebles “por un tiempo” y ya pasaron más de 20 años. Obviamente mi madre se apropió de ellos dándoles uso y llenándolos de cosas.
Recuerdo que yo no quería recibir esos muebles, porque no los necesitábamos, porque implicaba correr de lugar los que ya teníamos y que a mi me gustaban, más que nada porque estaba acostumbrados a ellos. También recuerdo a mi madre decir con expresión de tristeza: “si mi marido viviera, él no lo habría permitido”. Así es que me formé una idea de mi hermano como un abusador, de hecho siempre que no tiene lugar en su casa para guardar algo, termina llevándola a la casa materna, como lo hizo hace menos de un año, con un escritorio, un sillón y una estantería. Y también construí la imagen de mi madre como alguien que acepta todo lo que sus hijos le puedan imponer, con tal de no contrariarlos y así no temer perder su cariño.
Así que de a poco fui yo también ocupando más espacios (total, si lo hacia otro que ni siquiera vivía en la casa!).

A modo de presentación

Para empezar me parece adecuado aclarar que me defino como un Acaparador compulsivo por autodiagnóstico.
Viendo televisión me encontré casualmente con un programa de Hoarders y me shockeo tanto que sólo vi el comienzo y lo saqué y me fui a dormir. Pero me quedó haciendo ruido en la cabeza, vi que podía identificarme con alguna de las cosas que hacía uno de los protagonistas, juntando cosas de la calle porque le parecía que iban a serle útiles para algún proyecto futuro.
Pero lo realmente movilizante fue el hecho de que este “problema con los objetos” que siempre supe tener, es un trastorno definido y mucho más común de lo que nunca me imaginé, a tal punto de que existen programas de televisión (realities) sobre esta temática!!!
Así que comprendí que lo que había visto fue una revelación. Y al poder darle entidad a mi problema, me puse a investigar. Y como consecuencia me propuse escribir este blog:
Para poder compartir lo que me pasa con otras personas que talvez estén pasando por los mismos problemas, y que de alguna manera no se sienta que son los únicos locos con esta problemática.
Para poder compartir la información que pueda ir consiguiendo y elaborando.
Para escuchar a los otros y lo que tienen para contar.
Como una forma de empezar a curarme.
Porque entiendo que esto que sufro es un desorden mental y mi calidad de vida mejoraría muchísimo si no lo sufriera.
También decidí comenzar en el corto plazo a hacer terapia psicológica por este problema. Hace un par de meses comencé con Terapia Floral (Flores de Bach) y en donde mencioné está “forma conflictiva que tengo de relacionarme con las cosas”, pero como un dato más, no como el centro de una terapia como pienso encararlo a partir de conocer que este es un tipo de trastorno compulsivo.
Ya hice terapia en otras ocasiones e intenté comenzar nuevamente hace unos meses, pero lo fui postergando, dándole lugar a otras terapias como la floral, la homeopática y el reiki, que me han ayudado en otros aspectos de mi vida. Ahora, con este autodiagnóstico, mi comportamiento de Acaparador tiene una entidad suficiente como para comenzar una terapia psicológica específica.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Primer entrada

Hace tiempo que me empecé a preocupar por la forma en que acumulo cosas.
Lo hago desde siempre, pero hay una pequeña anécdota que puede ejemplificar la situación:
Cuando tenía alrededor de 11 años y salía a andar en bicicleta (como cualquier otro chico a esa edad), si lo hacía sólo, elegía calles que no estuvieran asfaltadas para mirar en el suelo y juntar las arandelas, tuercas, tornillos y clavos que suelen encontrarse tirados allí y en las bocacalles. Tenía una cajita de cartón atada a la parrilla de la bicicleta en donde guardaba mis hallazgos. Al volver a casa el resultado del paseo lo medía en relación con la cantidad de esas cosas que hubiera juntado. Los autos también pierden unas piezas de plomo que se utilizan para balancear las ruedas, bueno, esas eran especialmente buscadas, con la idea de juntar un número importante y luego fundirlas para hacer plomadas para usar con la caña de pescar. Las guardaba en un jarro de metal con esmaltado amarillo que llegué a llenar hasta la mitad.
Aún lo conservo.
Ahora tengo 44 años.
Y soy conciente de que sufro de un Trastorno de Acumulación Compulsiva (TAC).
No es algo nuevo, como se refleja en la anécdota, tengo recuerdos de comportamiento de Acaparador desde pequeño, pero es desde hace un par de años que creo que se ha convertido en un problema, y a partir de que pude definirlo como tal este se magnificó, porque no pude encontrarle la solución, porque cuando intentó deshacerme de las “cosas que sólo ocupan lugar”, no logro desprenderme de ellas.
(es interesante como defino a esos objetos: “cosas que sólo ocupan lugar” y el uso de la palabra “desprenderme”, como si estuvieran prendidas a mi…)